El nuevo empleo estrella: ganar 100 dólares la hora corrigiendo los errores que deja la IA en escritura y programación

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Durante años nos dijeron que la inteligencia artificial venía a reemplazar a los trabajadores del conocimiento. Redactores, editores, programadores y diseñadores aparecían entre los primeros en la lista. La promesa era tentadora, una herramienta rápida y eficiente que podía hacer en segundos lo que un profesional tarda horas.

Pero la realidad empieza a mostrar otra cara del fenómeno. Hoy, cada vez más empresas están pagando sumas considerables a esos mismos trabajadores que despidieron, para que arreglen lo que la IA hizo mal. Y no hablamos de errores menores: se trata de textos que no funcionan, códigos defectuosos y contenido que no conecta.

Un ejemplo concreto lo dio un Product Marketing Manager en LinkedIn, quien reveló que fue contratado por una marca global —muy conocida— para corregir contenido generado por IA. Le pagaron 100 dólares la hora. ¿La razón? Los textos producidos por la herramienta eran “planos”, sin fuerza, y no reflejaban el tono de la marca.

Esto no ocurrió en una pequeña empresa sin experiencia. Fue una multinacional que había invertido en herramientas de IA con la idea de reducir costos. El plan era automatizar parte de su contenido con inteligencia artificial, pero el resultado fue tan pobre que se vieron obligados a buscar ayuda humana.

No es un caso aislado. En plataformas de trabajo freelance como Upwork, los servicios de “edición de IA” han crecido más del 130 % en lo que va de 2025. Y según datos de ContentGrip, el 41 % de las compañías que usaron IA para crear contenido en 2024 contrataron luego a personas para corregir los textos antes de publicarlos.

De reemplazo a necesidad urgente

El profesor Feng Li, decano asociado de investigación e innovación en la Escuela de Negocios Bayes, señala que muchas empresas han sido “demasiado optimistas” con el potencial real de estas tecnologías. Según él, la IA puede “alucinar”, es decir, generar contenido falso, incoherente o irrelevante.

“Hemos visto a empresas lanzar sitios con textos que no tienen sentido, o código que daña sistemas críticos. La supervisión humana sigue siendo esencial”, advierte Li. El entusiasmo por la automatización está dejando paso a la evidencia: las máquinas todavía cometen errores que cuestan dinero.

Entre los errores más comunes están los textos sin personalidad, las traducciones robóticas, la repetición de ideas, los datos inventados y el tono desalineado con los valores de marca. También hay fallas técnicas, como líneas de código que no funcionan o que provocan vulnerabilidades.

Estas fallas, que inicialmente se pensaron como excepciones, hoy representan un nuevo nicho laboral. Profesionales con experiencia están siendo recontratados, pero ahora como “curadores” o “editores de IA”. Ganan más que antes, porque además de hacer su trabajo, deben corregir a la máquina.

Una editora freelance contó que ahora cobra el doble por revisar artículos hechos por IA. “Gano más que cuando escribía desde cero, porque debo arreglar problemas de estructura, tono y verificar que la información sea real”, explicó en una publicación que rápidamente se hizo viral.

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Este giro inesperado revela una verdad poco discutida: la IA no está reemplazando a los humanos, está redefiniendo sus roles. Hoy, el valor está en quien sabe combinar criterio editorial, conocimientos técnicos y comprensión de marca para traducir lo que una IA genera en algo usable.

El negocio de la corrección no es solo una oportunidad económica. También es un recordatorio de los límites actuales de la inteligencia artificial. Aunque puede automatizar tareas simples, sigue siendo incapaz de entender matices, emociones o contextos específicos como lo hace una persona.

Muchas empresas que redujeron personal para “apostarle a la IA” están viendo que el costo de rehacer el trabajo mal hecho es mayor que el ahorro inicial. Volver a contratar talento humano no solo es una necesidad operativa, sino una forma de recuperar la calidad.

La paradoja es clara: en un mundo donde se pensaba que las máquinas dominarían, son los humanos quienes hoy están salvando la reputación de las marcas. Y lo están haciendo mejor pagados que antes, con una nueva especialización que ninguna IA puede igualar: entender, corregir y comunicar.

Digna Irene Urrea

Digna Irene Urrea

Comunicadora social y periodista apasionada por las buenas historias, el periodismo literario y el lenguaje audiovisual. Aficionada a la tecnología, la ciencia y la historia.

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