“La innovación también se mide en milímetros”, la apuesta tecnológica de Arroz Supremo

Hace sesenta años, un grupo de dieciocho agricultores tolimenses decidió unir esfuerzos para vender mejor lo que cultivaban. Entre ellos estaba un ingeniero formado por correspondencia que entendía el lenguaje del agua y del arroz. Así nació el primer molino de lo que hoy conocemos como Unión de Arroceros S.A.S., la empresa que dio vida a la marca Arroz Supremo.

Al principio solo comercializaban el arroz en bultos de setenta y cinco kilos; con el tiempo descubrieron que podían llegar al consumidor final con una marca propia. Así apareció el empaque que lleva el rostro del “chino”, un símbolo que rinde homenaje al país donde nació el arroz y donde su consumo duplica al de Colombia. El personaje no representa un origen extranjero, sino la maestría de quienes han cultivado este grano durante milenios.

Arroz Supremo se consolidó como una marca ciento por ciento nacional; su historia está ligada al trabajo colectivo y al espíritu del campo tolimense, una tierra que aprendió a convertir la tradición en oportunidad. En esas montañas y llanuras comenzó una historia que aún crece, impulsada por la tecnología y el compromiso con la calidad.

De la trilla artesanal a la precisión digital

Durante las primeras décadas, el proceso de trilla y secado dependía del sol, la intuición y la experiencia de los molineros. Hoy la escena es distinta. En los molinos de Arroz Supremo, la innovación se escucha en el zumbido de las máquinas suizas y en la precisión de una clasificadora electrónica que separa cada grano según su forma y tamaño.

Daniel, nieto del fundador y actual Gestor de Sueños y Estrategias, explicó a ENTER.CO que la innovación también se mide en milímetros. Cada decisión sobre el tamaño del grano entero, el porcentaje de partidos o el brillo final define el sabor y el rendimiento del arroz. Esa búsqueda constante ha permitido que el arroz Supremo mantenga su textura y calidad en cada cosecha.

En 1991 la compañía introdujo en Colombia la primera clasificadora electrónica; aquella máquina garantizaba que en las bolsas no quedaran piedritas ni semillas extrañas. Desde entonces, la empresa ha seguido incorporando tecnología que mejora la calidad del producto y optimiza los procesos industriales. Hoy la inteligencia artificial empieza a tener un papel central.

Algunas máquinas ya analizan en tiempo real los granos que pasan por las bandas y ajustan los parámetros de producción para reducir errores. En pocos años, esos sistemas harán los cambios de forma automática sin detener el proceso. Daniel asegura que esta automatización no reemplaza al trabajador, sino que lo potencia. “La tecnología amplía las capacidades humanas”, dice.

La empresa incluso capacitó a su fuerza de ventas en el uso de herramientas de inteligencia artificial. Les enseñaron a crear estrategias con plataformas como ChatGPT para entender mejor a sus clientes y mejorar la comunicación. De esa manera, la innovación no se queda en la planta de producción, sino que llega a cada área de la compañía.

Terraviva y la nueva generación del arroz colombiano

A la tecnología se suma una mirada hacia el origen. En la década de los setenta, el fundador logró exportar arroz colombiano a Polonia y Venezuela. Ese espíritu pionero renace con Terraviva, una línea que utiliza únicamente arroz cultivado en la meseta de Ibagué y el Guamo, zonas reconocidas por ofrecer los mejores granos del país. La meta es que el arroz tolimense vuelva a conquistar mercados internacionales.

La empresa también presentó Selección Especial, un arroz semi premium que busca acercar la calidad de los productos de gama alta a un precio más accesible. Su grano es más grande y tiene un menor porcentaje de partidos, lo que mejora su rendimiento en la olla y en el plato. Con esta propuesta, Supremo quiere que más familias colombianas puedan disfrutar un arroz de alta calidad sin pagar de más.

Detrás de esas innovaciones hay una filosofía empresarial distinta. Desde 2015, la compañía adoptó una cultura llamada “Construye tu futuro Supremo”, que promueve el bienestar y los sueños de sus empleados. Por eso los cargos tradicionales se transformaron en nombres con propósito. Producción se llama “Mejora continua y excelencia operacional” y compras se conoce como “Servicios al agricultor”.

Hoy la empresa cuenta con quinientos trabajadores y una participación del cinco por ciento en el mercado nacional. Cada uno, desde su área, hace parte de una familia que combina el conocimiento técnico con la pasión por el campo. En palabras de Daniel, la tecnología es importante, pero el verdadero valor está en las personas que la usan.

Imagen: Archivo Particular

Digna Irene Urrea

Digna Irene Urrea

Comunicadora social y periodista apasionada por las buenas historias, el periodismo literario y el lenguaje audiovisual. Aficionada a la tecnología, la ciencia y la historia.

View all posts

Archivos