Uber volvió a quedar en el centro de la polémica en el Reino Unido, pero esta vez no por una huelga ni por un fallo judicial, sino por un algoritmo. Según un reciente estudio de la Universidad de Oxford, los conductores están viendo cómo sus ingresos se reducen mientras las tarifas para los pasajeros suben y la empresa, silenciosamente, se queda con una parte cada vez mayor del pastel.
Lo curioso es que, mientras los pasajeros pagan más y Uber aumenta sus ingresos, los conductores, el motor que hace funcionar el sistema, ven cómo sus ganancias por hora se estancan o, peor aún, disminuyen en términos reales.
El estudio, realizado con datos de 258 conductores y más de 1,5 millones de viajes, expone un modelo en el que Uber ha perfeccionado su capacidad para maximizar beneficios sin levantar demasiadas sospechas. La tasa promedio de comisión de la empresa subió del 25 % al 29 %, pero en algunos trayectos, especialmente los más caros, esa cifra supera el 50 %. En otras palabras, en viajes de alto valor, Uber se está quedando con más de la mitad del dinero.
La compañía ha respondido con su habitual defensa: asegura que no reconoce las cifras y que garantiza al menos el salario mínimo a sus conductores. Además, insiste en que estos disfrutan de “total flexibilidad” y “transparencia” sobre lo que ganan. Pero la realidad es que, según el informe, esa supuesta transparencia solo se revela cuando los pasajeros comparten detalles de lo que pagaron, evidenciando las diferencias entre lo que ingresa Uber y lo que llega al bolsillo del conductor.
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Este nuevo hallazgo se suma a una larga lista de controversias que rodean a Uber. En 2021, la Corte Suprema británica reconoció a los conductores como trabajadores con derecho a salario mínimo y vacaciones. Un año después, los “Archivos de Uber” destaparon tácticas cuestionables de la empresa para evadir regulaciones y presionar a gobiernos. Ahora, con la introducción de algoritmos cada vez más complejos —y secretos—, las condiciones laborales vuelven al centro del debate.
Para los expertos, lo más preocupante no es solo la caída en los ingresos, sino el creciente nivel de opacidad tecnológica. “La falta de transparencia en estos algoritmos pone a los conductores en desventaja y socava cualquier noción de trabajo justo”, advierte la organización Worker Info Exchange, que colaboró en el estudio.
Mientras tanto, Uber insiste en su narrativa optimista: más de 1.000 millones de libras en ingresos para los conductores solo en el primer trimestre de 2025, y un “crecimiento sostenido” en la demanda de viajes. Pero detrás de las cifras brillantes se esconde una verdad incómoda; la tecnología que debería empoderar a los trabajadores parece estar diseñada para exprimirlos al máximo, sin que tengan mucho margen para cuestionarlo.
Lo que ocurre en Reino Unido es un espejo que otros mercados, como América Latina, no deberían ignorar. Los algoritmos invisibles ya son parte de la ecuación y, sin regulaciones claras ni vigilancia independiente, los conductores seguirán enfrentando un juego en el que las reglas siempre las escribe el algoritmo… y rara vez a su favor.
Imagen: Archivo ENTER.CO