En un futuro ciberpunk ambientado en Colombia, los desechos ya no son solo basura: se han convertido en criaturas vivientes que amenazan a la humanidad. En medio del caos surge AZONI, un robot protector del medio ambiente que une fuerzas con Ana y Juan, dos jóvenes dispuestos a enfrentar una batalla por la supervivencia del planeta. Así comienza AZONI, el primer videojuego educativo ambiental creado en el país, una apuesta innovadora para enseñar sobre reciclaje a través del lenguaje que mejor entienden las nuevas generaciones: el del juego.
Desarrollado por la Universidad Piloto de Colombia, en el marco del proyecto Transformación del Esquema de Reciclaje en Bogotá (TERB), y con el apoyo de la Fundación Avina y la Asociación Estratégica de Recicladores, este título combina aventura, estrategia y educación ambiental en una experiencia interactiva disponible para App Store y Google Play.
Un videojuego con propósito
Lejos de ser solo una distracción digital, AZONI busca conectar la diversión con la conciencia ambiental. El jugador puede elegir entre los protagonistas, Ana o Juan, quienes junto a Azoni deben ayudar a la Fuerza Nacional de Gestión de Residuos Sólidos a detener la amenaza de los “desechos vivientes”, criaturas nacidas del mal manejo de la basura.
Pero detrás de esa historia fantástica se esconde un mensaje poderoso: cada acción cuenta para salvar el planeta. El juego enseña, paso a paso, la importancia de separar y entregar adecuadamente los residuos sólidos, un hábito que aún no ha logrado consolidarse del todo en las grandes ciudades.
Durante el recorrido, los jugadores aprenden a clasificar materiales reciclables como papel, plástico, vidrio y orgánicos, a través de retos prácticos y misiones interactivas. Cada nivel combina conocimientos teóricos con actividades de aplicación, en las que se deben ubicar los residuos en los contenedores correctos. Así, la educación ambiental se convierte en una experiencia de inmersión y descubrimiento.
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El videojuego no se limita al aprendizaje. También incorpora modos de defensa y estrategia, en los que los jugadores deben proteger estaciones de almacenamiento del ataque de enemigos creados por la contaminación. Este componente de acción aporta ritmo, emoción y una sensación de logro que mantiene el interés incluso en quienes no suelen involucrarse con temas ambientales.
Esa mezcla de conocimiento y entretenimiento ha permitido que AZONI se convierta en una herramienta pedagógica utilizada en colegios de más de 19 localidades de Bogotá. Allí, los docentes la emplean como apoyo didáctico para enseñar sobre reciclaje, reforzar valores ambientales y fomentar la corresponsabilidad con el entorno.
Un puente entre la tecnología y la sostenibilidad
Más que un videojuego, AZONI es un experimento social. Su desarrollo forma parte de una estrategia más amplia que busca fortalecer el esquema de reciclaje de la capital, reconociendo el trabajo de los recicladores de oficio y promoviendo la educación ambiental desde edades tempranas.
Al hablar el mismo lenguaje que los jóvenes —el de los videojuegos—, este proyecto logra transformar el aprendizaje en una aventura. La narrativa futurista y los escenarios digitales de una Colombia ciberpunk no solo despiertan la curiosidad, sino que plantean una reflexión sobre las consecuencias del consumo desmedido y la acumulación de desechos.
Con cada misión superada, el jugador no solo gana puntos: gana conciencia. Y es justamente ese cambio de mentalidad el que los desarrolladores buscan impulsar.
En un país que genera más de 12 millones de toneladas de basura al año, iniciativas como AZONI ofrecen una nueva forma de acercar la educación ambiental a las aulas y a los hogares. Una propuesta que une tecnología, creatividad y propósito social para demostrar que aprender a cuidar el planeta también puede ser divertido.
