La mayoría de nosotros solemos creer que ser rico y famoso es algo genial. Bueno, lo de ser rico solo tiene de malo los impuestos, pero es algo justo; pero la parte de ser famoso sí que trae muchos problemas, que empeoran a medida de que la popularidad crece.
Por ejemplo, un famoso (muy famoso) no puede ir tranquilo a comerse un helado al centro comercial, sentarse en un McDonald’s, ir de fiesta a cualquier discoteca, sentarse a tomar cerveza en un pub, ir a cine o cualquier actividad común sin que alguien le pida una foto o un autógrafo.
Pero hay cosas peores, como las críticas mordaces, los mensajes ofensivos en redes sociales y, claro, los acosadores, sobre todo los más obsesivos, que pueden llegar a niveles tan peligrosos como los fanáticos de John Lennon, Selena Quintanilla o Gianni Versace, que los amaban tanto que terminaron matándolos.
Un ‘tatequieto’ para los acosadores
Es por eso que, aunque parezca una exageración, suena razonable y necesario lo que hizo Taylor Swift en un concierto el 18 de mayo, parte de su Reputation Stadium Tour, en el Rose Bowl Stadium, en Los Ángeles (Estados Unidos). Ella y su equipo pusieron un quiosco en donde se pasaban videos de los ensayos del concierto, como explica la revista Rolling Stones.
Mientras esperaban a que comenzara el show, los asistentes se entretenían mirando las imágenes, sin saber que el quiosco tenía un truco: había adentro un novedoso sistema de reconocimiento facial con una cámara que tomaba fotos de los espectadores y los enviaba a un puesto de mando en Nashville.
En ese puesto de mando se cruzaban las imágenes tomadas en el quiosco con una base de datos de cientos de conocidos acosadores de Taylor Swift, de acuerdo con una cita que hace Rolling Stones de las palabras de Mike Dowling, director de seguridad del Oak View Group, empresa asesora para salas de concierto, como el Madison Square Garden o el Forum de Los Ángeles.
Tecnología, la solución contra la reventa
Este tipo de tecnologías se están implementando en los diferentes estadios, especialmente para reconocer personas peligrosas en eventos deportivos. Aplicarlo a otras partes de la industria del entretenimiento, como la música, en este caso, hará que tanto el espectador como los protagonistas se sientan más seguros.
Además, sistemas de reconocimiento facial pueden ayudar en otros aspectos. Por ejemplo, Ticket Master, como anunció en un comunicado, quiere implementar esa tecnología para asociar las boletas con el rostro del usuario, mientras va caminando hacia el lugar en el que verá el espectáculo. De esa manera se logra que el ingreso de espectadores a un evento masivo se haga más rápidamente.
De hecho, en un futuro ya no se necesitaría de boletería, sino de un registro facial a la hora de comprar los tickets, que, al parearlo en la entrada, permitiría el ingreso de la persona. Esto también sería una solución para el problema de reventa de entradas, pero no les gustará a quienes quieran guardar de recuerdo la colilla del ticket o la boleta entera.
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Sin embargo, los sistemas de reconocimiento facial también traen algunos problemas. Por ejemplo, en el caso del concierto de Swift se pueden alzar voces preocupadas por la privacidad, ya que se están tomando imágenes de las personas, sin su consentimiento y sin que lo sepan, que se almacenan en un servidor y se pueden usar con muchos fines.
En el caso de los cambios de boleterías por registros faciales, cabe la posibilidad de que, si alguien no puede ir a última hora, no pueda regalar o vender su entrada a otra persona. Aunque seguramente Ticket Master ya está pensando en algún modelo que permita un intercambio rápido de entradas entre personas, con su respectivo registro biométrico, sin caer en reventas masivas.
Imágenes: Taylor Swift (vía: Facebook)
