Estado de Fuga 1986: la serie que desnuda la mente detrás de una masacre que Colombia nunca quiso entender

Netflix no solo estrenará una nueva serie el próximo 4 de diciembre: pondrá sobre la mesa un episodio que Colombia prefirió archivar en silencio. Estado de Fuga 1986 revive la masacre del restaurante Pozzetto, pero lo hace desde un territorio incómodo: la intimidad de una mente que se fractura y arrastra consigo a quienes orbitan alrededor.

En vez de reconstruir el crimen como un hecho policial, la serie apuesta por una pregunta que descoloca al espectador: ¿hasta dónde llega la responsabilidad individual cuando el país entero también está roto?

La producción, protagonizada por Andrés Parra, Carolina Gómez y José Restrepo, se mueve en una frontera difusa entre lo registrado y lo posible. No intenta reescribir la historia ni competir con las versiones que quedaron en expedientes judiciales; más bien se adentra en lo que nunca quedó consignado: los silencios, las grietas psicológicas y las relaciones que pudieron haber cambiado el rumbo de una tragedia. Ahí radica su fuerza narrativa.

El eje de esta exploración es Camilo León (José Restrepo), un estudiante de literatura que encuentra en Jeremías Salgado —interpretado por un Andrés Parra que vuelve a mostrar su capacidad para encarnar personajes moralmente devastados— una figura de mentor, casi de guía. La serie no trata de justificar al asesino ni romantizar su deterioro mental.

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Lo inquietante es otra cosa: cómo alguien inteligente, funcional y aparentemente disciplinado empieza a desmoronarse sin que nadie lo note a tiempo. Y, sobre todo, cómo su relación con León abre la posibilidad de que el mal no solo se herede o se construya, sino que se contagie.

Indira Quinchía, la investigadora a la que da vida Carolina Gómez, aparece como el contrapeso: la mirada fría que intenta recomponer un rompecabezas imposible. Su presencia no pretende resolver el caso, sino mostrar lo que significa perseguir una verdad que, en Colombia, siempre llega tarde.

La producción parte de un hecho real, pero no se esclaviza a él. El escritor Mario Mendoza, productor ejecutivo y testigo directo de lo ocurrido en 1986, acompaña los guiones de Ana María Parra para construir una versión que entiende la ficción como un espacio de interpretación, no como un espejo.

El resultado es una obra que se atreve a mostrar el horror sin convertirlo en espectáculo, que examina la mente criminal sin caer en el exotismo de la violencia.

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Dirigida por Carlos Moreno y Claudia Pedraza, y producida por Rodrigo Guerrero —recordado por Satanás—, la serie también revela el músculo audiovisual colombiano: un equipo robusto de diseño, fotografía y sonido, respaldado por el incentivo CINA, que convierte a Colombia en escenario y protagonista. No se trata solo de recrear Bogotá en los ochenta; se trata de respirar su ambiente urbano, su paranoia, sus calles marcadas por el miedo y la desconfianza.

Estado de Fuga 1986 no llega para repetir lo que ya se sabe de Pozzetto. Llega para narrar lo que quizá nunca entendimos: que detrás de cada crimen que estremeció al país hay un tejido humano que preferimos no mirar, porque exige reconocer que el mal no es un monstruo ajeno, sino un espejo incómodo.

Digna Irene Urrea

Digna Irene Urrea

Comunicadora social y periodista apasionada por las buenas historias, el periodismo literario y el lenguaje audiovisual. Aficionada a la tecnología, la ciencia y la historia.

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