La expansión de los autos eléctricos ha traído nuevas preguntas sobre su fiabilidad real. Aunque muchos usuarios los consideran vehículos simples —sin aceite, sin caja tradicional, sin bujías—, un reciente informe de la Asociación de Inspección Técnica de Alemania (TÜV) muestra que varios modelos eléctricos están apareciendo entre los más problemáticos durante sus primeros años de uso. El hallazgo reaviva una discusión clave: ¿fallan más que los autos a gasolina o estamos ante una lectura incompleta de los datos?
El estudio evalúa fallas después de uno, tres, cinco o más años, y revisa defectos menores y graves. En ese rango inicial, el vehículo con mayores incidencias fue el Tesla Model Y, con un 17,3% de unidades con problemas. Le sigue el Tesla Model 3, con 13,1%, y el Dacia Spring (conocido en México como Kwid E-Tech), con 13%. La lista incorpora además al Skoda Enyaq, VW ID.4, ID.3, Fiat 500e, Audi Q4 e-tron y Mini Cooper SE, aunque en estos últimos la tasa baja al 6% o menos, un nivel que para el propio TÜV puede considerarse aceptable e incluso bueno.
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Sin embargo, la lectura superficial puede llevar a conclusiones equivocadas. El informe deja claro que las unidades de Tesla evaluadas habían acumulado más de 50.000 km en menos de tres años, una cifra muy superior al promedio de su categoría. En otras palabras: recorren el doble o triple que otros autos eléctricos y, por ende, es más probable que presenten desgaste temprano.
Otro punto relevante es que las fallas más comunes no provienen del motor eléctrico ni del sistema de baterías, sino de componentes compartidos con cualquier automóvil: iluminación, suspensión, brazos de dirección, bujes y otras piezas sometidas a estrés mecánico. El peso adicional del paquete de baterías —que puede sumar entre 300 y 600 kilos— incrementa la carga sobre el chasis y acelera el deterioro de esos elementos. El problema no es la electrificación: es la física.
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En contraste, los autos mejor evaluados del informe muestran que la fiabilidad no depende del tipo de combustible. El Mazda 2, por ejemplo, encabeza la lista con apenas 2,9% de fallas en tres años; seguido por la Mercedes-Benz Clase B, el VW T-Roc, el Toyota Yaris Cross y los BMW Serie 1 y 2. Incluso el Mini Cooper SE, que aparece entre los eléctricos más confiables, está por debajo del 3,5% de incidencias, resultado que demuestra que un EV puede ser tan resistente como cualquier compacto a gasolina.
A largo plazo, la tendencia cambia poco. Modelos como Mercedes GLC, Mazda CX-3, Audi Q2 o VW Touareg mantienen tasas estables incluso con más de 150.000 km recorridos, mientras que los autos con peor desempeño —como algunos BMW Serie 5/6, Ford Mondeo o Dacia Duster— repiten posición cuando superan la década.
Lo que revela el informe no es que “los eléctricos se dañen más”, sino que el mantenimiento, el kilometraje acumulado y el peso estructural influyen más en la fiabilidad que el tipo de energía. Para mercados como México y Colombia, donde varios de estos modelos se venden, la conclusión es clara: la conversación debe centrarse menos en el miedo a la tecnología y más en el uso real que reciben los vehículos.
