Tecnología con sentido social

Por JAVIER MÉNDEZ
Editor de Tecnología de EL TIEMPO

La misión que se autoimpuso Nicholas Negroponte tiene tanto de altruismo que la primera vez que mencionó la creación de un portátil de 100 dólares muchos pensamos que estaba hablando con el deseo. Sin embargo, se han venido dando los hechos que están materializando el sueño del director del laboratorio de medios del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT): entregarles computadores a 150 millones de niños de países en desarrollo.

En diciembre del 2005, a través de su fundación sin ánimo de lucro One Laptop Per Child (OLPC), Negroponte anunció que Quanta Computer, el mayor fabricante de portátiles del mundo, se encargará de la producción de estos computadores.

Aunque esta firma taiwanesa no es muy conocida, sus productos son ampliamente difundidos, pues Quanta fabrica computadores, celulares y televisores LCD, entre otros, para empresas como IBM, Dell y Hewlett-Packard. La entrada de Quanta al proyecto disipa muchas de las dudas sobre su viabilidad.

Negroponte había demostrado que su idea no era un espejismo pocos días antes, el 16 de noviembre del 2005, cuando presentó el primer prototipo del portátil en funcionamiento, en compañía de Kofi Annan, secretario general de la ONU, quien ha manifestado su respaldo a la iniciativa.

La OLPC (laptop.media.mit.edu) también es apoyada por firmas tan relevantes como Google, AMD, Brightstar, News Corporation, Nortel y Red Hat.

Sí se puede

El objetivo de la OLPC es darles a los niños pobres las herramientas necesarias para educarse y tener acceso a recursos tan vitales hoy en día como los que ofrece Internet.

Negroponte piensa que no es posible romper las barreras de acceso a la educación si los niños no son dueños de la principal herramienta moderna de estudio, un computador, y por eso busca que los gobiernos compren los portátiles y se los entreguen gratis a los estudiantes.

Para lograrlo era necesario crear un computador realmente barato, y por ello se fijó la meta de 100 dólares. Para alcanzar ese precio, que está muy por debajo del de un portátil comercial, el equipo se diseñó de ceros, pensando en las necesidades del público al cual está dirigido.

Por ejemplo, funciona con muy poca energía, e incluso se puede recargar con una manivela, algo muy útil si se tiene en cuenta que muchos niños viven en lugares donde ni siquiera hay electricidad (un minuto de manivela ofrece energía para 40 minutos).

Gran parte del ahorro en costos se obtuvo al diseñar un nuevo tipo de monitor, de ocho pulgadas (más pequeño que el de un portátil común), que puede funcionar a color o en blanco y negro, y que ofrece buena visibilidad a la luz del sol (pensando en niños cuyas escuelas están al aire libre).

El software también ayudó a reducir costos, ya que todos los programas son libres: se basa en el sistema Linux y ofrece procesador de texto y navegador, entre otros (Negroponte rechazó la oferta de Apple de regalarle todas las copias del Mac OS X que fueran necesarias, por no tratarse de software libre).

El equipo tiene solo lo estrictamente necesario: un procesador AMD de 500 MHz y 128 MB de memoria RAM. Los programas y la información no se guardan en un disco duro, sino en un chip de memoria flash de 500 MB. Aunque no permite almacenar muchos archivos, no se ahorró en conectividad: trae cuatro puertos USB y ofrece comunicaciones inalámbricas (se conecta automáticamente en red con otros portátiles de su tipo).

El computador solo se fabricará en muy altos volúmenes (otra condición para que se consiga su bajo precio). Los gobiernos que quieran recibirlo deben comprar mínimo un millón de unidades.

Esa, quizá, será la parte más difícil de lograr, pues se le venderá precisamente a naciones que no cuentan con muchos recursos.
A finales del 2006 se despacharán los primeros portátiles ¿entre cinco y 15 millones de unidades¿ a los países que ya entraron al proyecto: China, India, Brasil, Argentina, Egipto, Nigeria y Tailandia.

Colombia, con un nivel de penetración de computadores muy bajo, es un candidato ideal para esta iniciativa. Aunque es cierto que la inversión es enorme, vale la pena que nuestro gobierno esté atento al avance del proyecto.

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