Mayor operador de telecomunicaciones de Europa afronta escándalo de espionaje

El principal operador de telecomunicaciones de Alemania, Deutsche Telecom, deberá responder ante las autoridades de ese país por haber rastreado miles de llamadas entre sus altos ejecutivos y periodistas con el fin de averiguar quiénes estaban filtrando información a la prensa.

A esa empresa, el mayor operador de telecomunicaciones de Europa según The Wall Street Journal, se la acusa de rastrear las llamadas de líneas fijas y celulares que hicieron varios de sus ejecutivos entre los años 2005 y 2006, período en el que la compañía preparaba un fuerte recorte de empleos y una disminución de salarios.

El contenido de las llamadas no se conoció, pero sí datos como la hora a la que se realizaron, la duración y las identidades de las personas que participaron en ellas.

Las revelaciones, hechas en un principio por la revista alemana Der Spiegel, hicieron que abogados, periodistas y representantes sindicales levantaran su voz de protesta contra lo que consideraron como una clara violación a la privacidad.

Este caso es similar al de la empresa estadounidense de computadores HP, que generó gran revuelo en el 2006. HP había contratado a investigadores privados para monitorear las llamadas de ejecutivos de esa compañía con los medios de comunicación, con el fin de averiguar quién filtraba información interna a la prensa. 

Deutsche Telecom reconoce el error

El operador telefónico declaró que fue un uso erróneo de información privada «severo y amplio», según declaraciones recogidas por el periódico The New York Times.

De acuerdo con el Wall Street Journal, René Obermann, presidente de Deutsche Telecom, se mostró «muy afectado» por la situación y aseguró que la compañía está trabajando con la fiscalía alemana en el proceso.

Las acusaciones llegan en un momento en el que el gigante europeo de telecomunicaciones tiene una relación difícil con su sindicato, pues espera continuar con su política de recorte de empleos (ya ha despedido a más 35.000 trabajadores) para reestructurar sus operaciones en Alemania, al tiempo que se prepara para adquirir algunas empresas en el exterior.

El gobierno alemán, dueño de un 32 por ciento de la compañía, describió la situación de espionaje como una «seria falta a la confianza» y demandó una completa investigación al respecto.

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