El lanzamiento del vivo Y21d llega en un momento en el que la gama de entrada enfrenta un reto evidente: convencer a los usuarios de que no necesitan gastar más para tener un teléfono confiable. La marca intenta responder con un giro estratégico que no se basa en más megapíxeles o procesadores con nombres rimbombantes, sino en una promesa menos común en este segmento: durabilidad real a largo plazo.
El enfoque sorprende porque, mientras la competencia persigue la estética y las cifras de potencia, vivo decide apostar por la resistencia física y la autonomía extrema como argumento central.
La batería de 6500 mAh se presenta como el corazón de esa apuesta. Más allá del número, lo relevante es la narrativa que construye: cinco años de rendimiento estable y suficientes horas para sostener jornadas enteras de apps como Spotify, YouTube o TikTok.
En un mercado donde los modelos económicos suelen degradarse rápido, la promesa apunta a resolver la frustración más repetida de los usuarios. Sin embargo, todavía queda la incógnita sobre cómo se comportará esta batería en uso real, especialmente considerando que los ciclos de carga de dispositivos accesibles suelen ser más agresivos con el tiempo.
El sistema de carga rápida de 44W ayuda a reforzar la idea de un teléfono siempre listo, aunque aquí el análisis exige matiz. No se trata de una potencia sobresaliente frente a rivales que ya bordean los 67W o incluso los 100W, pero sí de un punto equilibrado para no sacrificar la vida útil del hardware. vivo parece optar por el camino seguro: rápido, pero no al extremo de comprometer componentes.
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La resistencia certificada IP68, IP69 e incluso la validación de SGS es otro eje diferenciador. No es lo habitual en esta categoría que un dispositivo pueda aguantar chorros de agua, polvo, caídas y un uso descuidado sin sufrir daños inmediatos. El Y21d intenta posicionarse como un teléfono “para la vida real”, no para el vitrinismo.
Aun así, la letra pequeña advierte que no es un equipo para deportes acuáticos ni inmersión constante, un recordatorio de que las certificaciones siguen siendo un respaldo, no una garantía infalible.
La incorporación de funciones como el modo de fotografía acuática pone en evidencia una intención clara de vivo: llevar experiencias antes exclusivas de la gama media a un público más amplio.
La cámara de 50 MP con procesamiento por IA no pretende competir con modelos premium, pero sí busca generar resultados consistentes, incluso en situaciones donde otros teléfonos preferirían quedarse en el bolsillo por el riesgo de mojarse. El enfoque parece más práctico que aspiracional.
Otro elemento interesante es el sistema de sonido estéreo con volumen ampliado y la pantalla de 6.68 pulgadas con brillo de hasta 1000 nits. No son características revolucionarias, pero sí funcionales para quienes consumen contenido al aire libre o dependen del teléfono para estudiar, trabajar o entretenerse sin auriculares. Reducen la necesidad de accesorios externos y fortalecen la idea de un dispositivo autosuficiente.
El precio de 899.900 pesos colombianos ubica al Y21d en un segmento donde cada peso compite. Su propuesta se siente más robusta que la de muchos rivales directos, aunque será la experiencia de uso prolongado la que determine si vivo realmente cumplió su promesa de longevidad.
De momento, el Y21d lanza un mensaje claro: los teléfonos económicos ya no tienen por qué ser frágiles ni efímeros. Si esta tendencia se consolida, la discusión en la gama de entrada podría dejar de girar en torno al rendimiento para centrarse, por fin, en el valor real del tiempo.


