Encuentras más razones para considerar que los videojuegos son un arte cuando te cruzas con cosas como ‘That Dragon, Cancer’. El medio puede generar simples clásicos como ‘Super Mario Bros.’, entregar acción y gore con títulos como ‘Gears of War’ o simplemente darte herramientas para crear mundos con cosas como ‘Minecraft’. Los videojuegos son un medio de expresiones e interactividad que no tiene una forma definida, es una amalgama que siempre está cambiando de forma.
A veces es un espectáculo sin sentido. A veces es una narrativa personal que se mete bajo tu piel. ‘That Dragon, Cancer’ está en este último campo. El videojuego de Numinous Games es una experiencia interactiva autobiográfica de Ryan Green, un desarrollador que perdió a uno de sus hijos por el cáncer.
Esa experiencia lo llevó a desarrollar este título, que con el apoyo de OUYA y cientos de personas en kickstarter, pudo ver la luz a inicios de este año. El juego es algo corto, con solo un par de horas de contenido, pero su experiencia es tan única y bien transmitida, que es difícil no recomendar que se dejen llevar por el título.
Aunque un videojuego no necesariamente es el resultado de una ecuación de acción + competencia + vidas, sí tiene que tener un grado importante de inmersión e interactividad. ‘That Dragon, Cancer’ tiene lo justo y se mete de lleno en el terreno de las experiencias narrativas.
Es un proceso narrativo, sincero y fuerte, donde el desarrollador encuentra las mejores formas para transmitir sus sentimientos y vivencias, todo aquello que vivió durante cuatro años: la lucha, las decepciones, las tristezas, la ira, la derrota y la esperanza. El trabajo de Green es aplaudible, pues hay momentos realmente emotivos y personajes que están muy bien ejecutados.
Por eso, cada escenario se siente realmente cuidado y detallado, donde cada diálogo e interacción está bien medida, todo para transmitir lo justo. Al final Green tiene la victoria que busca: entiendes su transición, su difícil camino y la empatía está de su parte. Mentiría si afirmo que es imposible que ‘se te meta un mugre en el ojo’ mientras pasas varios de los capítulos del juego, no sales ileso en ese campo.
El hijo de Green, Joel, es el elemento que une todo y realmente lo sientes ahí, puedes llegar a conocer a ese niño que nunca conociste, interactuar con él y entender su dolor, una enfermedad que simplemente no entiende. ‘That Dragon, Cancer’ es un juego tan humano como profundo, que a través de cortas interacciones, exploración y diálogos entrega una experiencia única.
Aunque hay un notable mensaje de religión y creencias en la historia, es más que entendible dado que se trata de una narrativa personal. Esos elementos nunca dañan el ritmo y en cambio lanzan luz sobre lo que nuestro protagonista está sintiendo.
Visualmente es bastante minimalista, con un estilo que -sin el mayor esfuerzo para competir en gráficos- es suficiente para crear bellos escenarios y manejar los elementos necesarios para la narrativa.
También vale la pena señalar que esta no es una experiencia encerrada en un solo ser humano víctima del cáncer. Green encuentra la forma de hacer memoria por docenas de pacientes más, así como sus familias. Dos secciones del juego lo hacen claro: en los pasillos del hospital revisas pinturas, fotos y dibujos de pacientes. Luego puedes leer docenas de pequeñas cartas, con cortos mensajes de familiares que perdieron a sus seres queridos.
Al final, ese tipo de elementos enriquecen tanto la experiencia como los personales monólogos de Green y su esposa, quienes crearon el emocional guión del juego.
Aún con tanto para destacar, el juego tiene tres problemas que pueden llegar a ser molestos, pero que no bajan mucho a su calidad. El primero es la elección de su cámara en primera persona, que en cierto punto puede causar mareo y en algunos momentos su libertad no tiene mucho sentido. El segundo son pequeños errores y bugs, donde contados elementos tardan en aparecer en pantalla. Para el tipo de juego que es ‘That Dragon, Cancer’, eso simplemente no debía pasar.
El tercer y último elemento es que algunos segmentos son innecesariamente largos. Es algo que parece extraño de decir cuando hablas de un título de solo dos horas, pero esos dos segmentos (sin especificarlos) pueden cortar un poco el ritmo, que es clave para la narración emotiva.
Aún con esos problemas, ‘That Dragon, Cancer’ es realmente una experiencia única tan personal como expresiva y tan esperanzadora como triste. Es un título donde vas a perder, donde no disparas ni una sola bala ni lanzas un solo golpe, pero es una de las experiencias más humanas que he encontrado en el mundo de los videojuegos.
Preparen el paño de lágrimas.
Imágenes: Numinous Games.