Soy fanático de Rocky y, aunque no podré olvidar el gran discurso de «la vida golpea más fuerte que tú», creía que la saga se había agotado con ‘Rocky Balboa’. Sin embargo, apareció el genio de Ryan Coogler para revivirla y renovarla de forma fantástica e ingeniosa, trayendo una nueva saga para las generaciones modernas y tocándoles la nostalgia a los fans de siempre. Trajo de vuelta a un querido personaje, Apollo Creed, por medio de su hijo ilegítimo, Adonis Creed.
Ese truco tiene mucha emotividad, está conectado con la saga original y permite tener a un personaje con muchas cosas en su pasado que no solo ayudan al drama, sino también a tener el corazón necesario para reemplazar a Rocky, siendo su pupilo, aprendiendo todo de él, recibiendo su ojo de tigre directamente de su entrenamiento, gracias a la conexión profunda que tienen los dos.
Entonces, Coogler trajo a un gran y nuevo talento de la actuación, que ya había trabajado con él en su primer filme, ‘Fruitvale Station’, Michael B. Jordan, para interpretar a ese nuevo personaje. Y Jordan lo logró, nos presentó a un fantástico Adonis, con mucho corazón y talento en el cuadrilátero.
Aunque esa primera película funcionó y tuvo muy buenas críticas, aunque nos presentó a un Adonis con la fuerza, el carácter y el talento suficientes para saber que sí era el hijo de Apollo, que podía mantenerse en el ring y dar luchas épicas, poniendo el alma y dándolo todo, necesitaba mostrar que tenía el corazón necesario para reemplazar a Rocky como el nuevo dueño de la saga, porque también era claro que al Semental italiano le quedaba poco.
Un luchador que no tiene nada que perder es peligroso
Por eso ‘Creed II’ era una apuesta arriesgada. Además, tenían un problema: Coogler, ocupado con ‘Black Panther’, apenas pudo participar en la producción y escribir una parte del guion. Esto aumentaba el reto de esta nueva película.
Y un gran reto para la historia requería un gran reto para Adonis. Los escritores –Coogler, Cheo Hodari Coker, Sascha Penn, Juel Taylor y, claro, Sylvester Stallone– tenían que mostrar lo mejor de su ingenio y acertar con un rival digno. Y ese fue el primer acierto de la película: traer de vuelta a otro personaje icónico de la saga, con una conexión profunda con Adonis, porque fue el que mató a su padre: Iván Drago (Dolph Lundgren).
No se trató de un regreso cualquiera, porque Iván no llegó solo, venía con su hijo, Viktor Drago (Florian Munteanu) y con un gran drama personal. Iván lo perdió todo luego de caer ante los puños de Rocky y entrenó a su hijo para volverlo imponente, poderoso y bestialmente peligroso, para vengarse. Sin embargo, esta vez los Drago no muestran ese carácter robótico que tuvo Iván en ‘Rocky IV’, y tienen mucho humanismo.
El drama personal nos deja ver aspectos de Iván que no conocíamos y a un Viktor que va aflojando a medida de que avanza la película, mostrando pedazos de su alma. Esto ayuda a la dinámica del filme de muchas formas: nos da tres historias paralelas: la de Rocky, la de Adonis y la de los Drago. Pero también nos da un drama brutal, incluso dentro del cuadrilátero, y dos villanos que no son eminentemente malos, sino que están tan bien construidos que uno les acaba teniendo cariño.
El sabio Rocky parece que siempre hará falta
No hay duda, el guion está muy bien armado. Además de construir a un buen par de rivales con su propio drama, que le da más fuerza a su pelea con Adonis, nos trae un poderoso y emotivo drama para el protagonista, mezcla de personal y deportivo.
Adonis debe resolver problemas con su familia, con su pasado y con lo que pasa en su carrera por la llegada de los Drago, que lo obligan a tener un renacimiento lento, doloroso y que muestra ese corazón de guerrero que no se rinde, necesario para seguir protagonizando la saga.
Además, tienen una jugada argumental que funciona bien, aunque puede interpretarse como falta de imaginación: ‘Creed II’ parece copiar mucho de la estructura de ‘Rocky IV’ y por partes luce como un remake. Emotivamente y como homenaje a Apollo, aporta mucho. Además, puede llevar a las nuevas audiencias a que se interesen por ver ‘Rocky IV’ y por la saga original, esenciales para entender muchas cosas de este, el octavo filme.
Sin embargo, hay un fallo compartido entre el guion y la dirección: no es un misterio que Stallone se despidió de Rocky, personaje que dejará de interpretar. Ante esa certeza, necesitaban darle más protagonismo a Adonis. Y lo intentaron, se enfocaron en él y sacaron a Rocky de gran parte de las escenas. Pero eso solo hizo que la presencia de Balboa se fortaleciera, porque el público lo esperaba con ansias y, cuando volvía, todo se ordenaba y se encaminaba.
De esta forma quedó demostrado que es necesaria la presencia de Rocky y sus sabios consejos. Va a ser difícil que la saga sobreviva sin el Semental italiano. Los escritores tienen un gran reto para las próximas películas, para que Adonis se mantenga solo.
Este es tu momento, Adonis
Sin embargo, los guionistas y el director supieron manejar el tono de despedida que debía tener esta película. No es triste, pero es emotiva. Está llena de fuerza, simpleza y belleza, con un juego de gestos, diálogo y movimientos de cámara, que le entregan la batuta a Adonis y le dicen adiós a Rocky con todo el respeto y la dignidad que merece un personaje tan mítico.
Además, contó con un fuerte homenaje a Apollo, lleno de imágenes y diálogos hermosos. Incluso se puede tomar como un homenaje para el propio Iván Drago, otro de los personajes icónicos de la saga. Desde el guion juntaron todos los elementos para una buena película de despedida y renovación.
No queda dudas, se viene el momento de Adonis y habrá que esperar para saber si tiene la fuerza suficiente para sostener los guantes que Rocky deja atrás o si estamos asistiendo al fin de una saga. Aunque probablemente Stallone seguirá trabajando en el guion y la producción, lo que da algunas garantías.
No hay guion que valga sin buenos actores
La buena noticia es que parte del elenco actual seguirá en la saga y no se cansan de demostrar que son talentosos y pueden soportar el peso histórico de una franquicia con más de 40 años, ocho películas, y varias nominaciones y premios, incluido un Oscar a mejor película.
Michael B. Jordan ha demostrado con suficiencia su talento. En ‘Creed II’ fortalece las características únicas que le ha dado a Adonis. Un boxeador con elementos de Apollo y de Rocky, pero con una personalidad propia. Incluso en las escenas de pelea, más allá de las coreografías, sus expresiones ayudan a que el espectador esté más inmerso y emocionado. Hasta cuando es golpeado con fuerza y sufre, el espectador sufre con él, se involucra con su sufrimiento.
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Tessa Thompson no se cansa de demostrar lo talentosa que es, musical y actoralmente. Su papel de Bianca es hermoso. Forma una excelente dupla con Jordan, tienen armonía, encajan, se entienden y se complementan. Hay escenas que dicen mucho con la sutileza de sus actuaciones conjuntas. Además, le aporta mucho al drama y fortalece a Adonis.
No hay mucho por decir de Stallone. Maneja a Rocky a su antojo. Le imprime ese aspecto de abuelo bonachón y sabio, cansado, pero poderoso, que siempre tiene la palabra justa en el momento exacto. No por nada en ‘Creed’ lo nominaron al Oscar como mejor actor de reparto y en esta película no decepciona, aunque, por cuestiones argumentales, pierde muchos retos actorales.
Un puntazo para los Drago. Munteanu crea un gran Viktor Drago, sensible, pero poderoso. No necesita muchos diálogos para darnos a conocer su personalidad. Además, dentro del ring su actuación también es soberbia, se complementa muy bien con Jordan y sus gestos hacen saber lo que está sintiendo, lo que mejora mucho las escenas de pelea y aporta tanto al dramatismo como al conflicto y la emoción.
Lo de Lundgren, por su parte, es una grata sorpresa. Siempre se ha destacado por ser bastante tieso, pero en ‘Creed II’ hace un papel muy destacable. Lundgren logró imprimirle a Iván corazón y humanidad, tanto que los espectadores pasan del odio al amor por el gigante ruso. Iván se vuelve entrañable y uno le acaba tomando cariño, al punto de que dan ganas de llorar por él y salir corriendo a abrazarlo.
La fórmula sigue funcionando
Con más de 40 años de experiencia, en los que han tenido aciertos y fallos, como ‘Rocky V’, Stallone y su equipo tienen la fórmula clara para hacer películas de boxeo sumamente emocionantes. Y, si algo funciona, no hay que cambiarlo, aunque sí merece la pena modernizarlo. Y, tanto en ‘Creed’ como en ‘Creed II’, han demostrado que pueden usar lugares comunes, pero refrescándolos con elementos nuevos.
Por ejemplo, el uso de las escaleras de Rocky, frente al Museo de Arte de Filadelfia, o la estatua del Semental italiano en esa misma ciudad, ya son casi una marca registrada de las películas de la saga. En el caso de ‘Creed II’ las usan de una manera diferente, con los Drago como protagonistas.
De igual forma, saben bien que las escenas de entrenamiento son de las más emocionantes en una película de este tipo. En el caso de ‘Rocky IV’, quizá lo más recordado es el rústico entrenamiento de Balboa en Rusia, en contraste con el de Drago, lleno de tecnología. En ‘Creed II’ no se quedan atrás, el entrenamiento de Adonis muestra con fuerza sus avances y está tan cargado de emotividad que pone los pelos de punta.
Lo mismo pasa en las peleas. Las coreografías también están armadas de manera excepcional. Tienen claro cómo hacerlas para darle mayor emotividad a una pelea, especialmente en esa en la que el dramatismo es muy alto. Con la ayuda de juegos de cámara y un buen manejo de la música, que han modernizado en las últimas películas, logran que el espectador se involucre y se sienta tan dentro del cuadrilátero que muchos de los golpes parece que los estuvieran recibiendo todos los presentes en la sala, que mueven la cara, hacen gestos, se emocionan, suspiran y hasta lanzan puñetazos al aire.
La fotografía y la música son esenciales
Parte de esa fórmula está, como ya alcancé a decir brevemente, en la música y los manejos de cámara. Sin la música emocionante en los mejores momentos de una pelea, especialmente el clásico himno de Rocky, o incluso en los entrenamientos, las escenas perderían mucha fuerza. En ‘Creed II’, además de modernizar la banda sonora, sin que pierda su esencia, tienen claro cuándo y cómo usarla para poner los pelos de punta e involucrar más a los asistentes.
Pero eso se complementa con una buena fotografía y edición. Aunque me hizo falta el plano secuencia de la primera pelea en ‘Creed’, el manejo de cámaras en primera persona y muy cercanas a la acción, además del uso (aunque excesivo por momentos) de cámaras lentas, ayuda a que las peleas sean más emocionantes y cercanas, a que el espectador se sienta más inmerso en el intercambio de golpes y en las emociones dentro del ring.
El trabajo en dirección de fotografía es bueno no solo en las escenas de pelea, sino a lo largo de todo el filme. Tiene tomas y juegos de cámara maravillosos y muy bien armados desde la edición, que ayudan al dinamismo y juegan con muchos elementos para aportar al relato, al drama y a la emoción. También ayuda mucho lo que se quiere destacar desde el guion, como los homenajes a Apollo o el sufrimiento de Adonis. Por ejemplo, hay una escena de Adonis con su hija, frente a una imagen de Apollo, muy bien trabajada, es sencillamente hermosa y dice mucho sin palabras.
Una película emocional, dramática y divertida, con algunos puntos en contra
El director debió tener en cuenta el alto nivel dramático y emotivo durante las peleas, especialmente en la última, para hacer más visibles otros elementos que, en medio de la emoción, se pierden de vista y pueden aportar mucho. Por ejemplo, no saber en qué round van o cuánto tiempo falta puede ser un arma de doble filo, puede mantener la tensión al borde o hacer que se pierda un poco. Además, da la impresión de que algunos rounds son más largos que otros y eso, aunque ayuda a la carga emocional, hace que pierda en verosimilitud.
A propósito, puede que a alguien le parezca inverosímil que, aunque no al nivel de Rocky cuando se ponía los guantes, Adonis tenga heridas con las que ningún mortal se podría mantener en pie, pero se pare con más fuerza, logre lanzar puños, recibirlos y hasta mantener a su rival contra las cuerdas. Igual, eso es parte de la fórmula mágica de la saga y ayuda en la narrativa, le da un mayor tamaño al corazón guerrero de Adonis y aporta al discurso esencial de la franquicia, el de «si me caigo a la lona mil veces, me levanto mil y una veces, con más fuerza».
Queda claro que emoción y drama son las palabras clave de ‘Creed II’. Ambas están garantizadas y muy bien trabajadas, con pequeños flashes de comedia que las suavizan y dan un pequeño descanso revitalizador. Se cumple el objetivo, creando una película dinámica y divertida. El espectador no para de sentir cosas, de estar involucrado, de saltar en la silla e, incluso, (especialmente los fanáticos de la saga) quedan al borde del llanto en muchas escenas, sobre todo al final.
Imágenes: Imdb