El avión que funciona con energía solar le dio la vuelta al mundo

40.000 kilómetros sin una gota de combustible.
40.000 kilómetros sin una gota de combustible.
40.000 kilómetros sin una gota de combustible.

El primer avión que funciona con energía solar acaba de darle la vuelta al mundo sin usar ni una gota de combustible líquido. Aunque aún estamos lejos de volar en aviones comerciales como este, el Solar Impulse 2 es una muestra de que vamos por buen camino hacia la implementación del transporte con energía renovable, así lo reportó National Geographic.

Los pilotos Bertrand Piccard y André Borschberg fueron los encargados de volar el avión durante 17 meses, parando en 17 ciudades. Piccard y Borschberg se turnaron para pilotear la nave, que alcanzó su última parada, la misma ciudad donde comenzó el recorrido en marzo del año pasado: Abu Dhabi. El poder del sol les permitió recorrer aproximadamente 26.718 millas (43.000 kilómetros). Su aterrizaje final, ayer lunes, sucedió un día después del cumpleaños de Amelia Earhart, la primera mujer que voló sola a través del Atlántico en 1932.

Muchos pilotos han hecho este recorrido, como Earhart o Charles Lindbergh, pero la intención de este vuelo es otra: demostrar el poder de la energía solar. La compañía, Solar Impulse, comenzó este proyecto hace 12 años, y su principal objetivo es demostrar que la tecnología nos permitirá disminuir hasta la mitad del consumo de energía y proteger al planeta del calentamiento global.

Según reportó BBC, el trayecto más largo que recorrió Solar Impulse fue de 8.924 kilómetros, desde Nagoya, Japón, hasta Hawaii, Estados Unidos, y duró 118 horas. Este trayecto le dio al piloto Borschberg el récord mundial del vuelo ininterrumpido en solitario más largo.

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El proyecto de darle la vuelta al mundo se vio frustrado el año pasado, porque hubo un daño en la batería de la nave, debido a malas condiciones climáticas mientras atravesaba el Pacífico Occidental en junio y julio de 2015. Así que el avión estuvo en tierra por 10 meses mientras que se reparaba.

Solar Impulse pesa lo mismo que un carro, pero tiene la misma envergadura que un Boeing 747. La cabina de mando es casi del tamaño de una cabina de teléfono público, y los pilotos tienen que usar tanques de oxígeno para poder respirar a altas altitudes y solo podían dormir 20 minutos seguidos. En este enlace puedes ver un modelo en 3D del Solar Impulse. 

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Con un tuit, la compañía celebró la llegada de Solar Impulse a su destino final: «Volamos 40.000 kilómetros sin combustible. Es la primera vez para la energía, llévalo más allá. #elfuturoeslimpio»

BREAKING: we flew 40’000km without fuel. It’s a first for energy, take it further! #futureisclean pic.twitter.com/JCvKTDBVZx

— SOLAR IMPULSE (@solarimpulse) 26 de julio de 2016

Una esperanza de energía renovable

De acuerdo con Craig Steeves, director asociado del Instituto de Estudio Aeroespaciales de la Universidad de Toronto, Solar Impulse logró alcanzar componentes tecnológicos que no hubieran sido posibles hace unos años. Para Steeve “ellos (Solar Impulse) están lejos del camino que la industria del aeroespacio quisieran que estuvieran”.

No obstante, los vuelos comerciales con energía solar aún están lejos de ser una realidad. Solar Impulse solo puede llevar a una persona, el piloto, y vuela a la velocidad de un carro, unas 46 millas por hora (75 kilómetros por hora) en promedio. Según Steeves, antes de que se aplique la tecnología de este avión a los vuelos comerciales, veremos que otras aplicaciones en tierra se podrán beneficiar de lo que se logró con este vuelo.

Por ejemplo, los materiales del avión que son livianos, entre otros componentes, podrían ser usados para transporte en tierra. También, su motor ‘súper eficiente’ funciona con energía generada de 17.248 células solares. Además, algunas baterías que guardan la electricidad solar se usan para que el avión pueda volar de noche. Este tipo de baterías serían útiles para los carros eléctricos.

Imágenes: Solar Impulse. 

Susana Angulo

Susana Angulo

Antes de Internet ya me gustaban la música clásica, los animales,
cocinar postres, y leer cuentos de terror. La tecnología me ha
permitido ahondar en estas y tantas otras pasiones, que sería un error
pensar en la cultura digital como tema exclusivo de 'geeks'. Soy
periodista de la Universidad del Rosario.

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