Esta semana se cumplieron 50 años de la Ley de Moore

Moore y su socio Noyce en 1970.
Moore y su socio Noyce en 1970.
Moore y su socio Noyce en 1970.

Hace 50 años, un ingeniero formuló una de las conclusiones más importantes de la computación en toda su historia. En esa época, Gordon Moore trabajaba para una empresa llamada Fairchild Semiconductor, y Electronics Magazine le propuso escribir un artículo sobre el futuro de la industria de semiconductores. Este documento terminó conociéndose como Moore’s Law (o Ley de Moore) y establece que el número de transistores en un circuito integrado se duplicará, en promedio, cada 18 meses, manteniendo el costo y el espacio requerido.

Unos años después, en 1968, Moore se unió con Robert Noyce para fundar lo que terminaría siendo Intel, uno de los fabricantes de chips más importantes de la industria. En 1979, Moore se convirtió en el CEO y el presidente de la junta, puestos que mantuvo hasta 1987. Pero más allá de su trabajo dentro de la compañía, uno de los legados más importantes del empresario es su famosa ley.

“Sería reduccionista tomar su afirmación de forma literal, teniendo en cuenta apenas el número de transistores. El efecto de su ley va más allá: el procesamiento de informaciones por los chips aumenta 100%, es decir, la tecnología se vuelve doblemente más eficaz en cada ‘generación’. Sin embargo, el costo es inversamente proporcional: más transistores, más eficacia y menor costo. Y como resultado de cada vez más procesamiento, la industria puede desarrollar nuevos productos y servicios que los consumidores desearán tener”, dijo Steve Long, presidente de Intel para Latinoamérica.

Es importante tener en cuenta que la observación de Moore pavimentó la innovación tecnológica durante muchos años. Al tener la necesidad de cumplir la ley, los investigadores encontraron diferentes materiales y diseños para tener más transistores y aumentar el poder de computación. “Creemos que esta observación ha hecho que toda una industria se desarrolle, y permite hacer cosas que hace unos años eran imposibles”, dijo Juan Carlos Garcés, presidente de Intel Colombia, a ENTER.CO.

En la entrevista, le preguntamos a Garcés sobre el marco de tiempo para llegar el límite superior de la ley. Llegará un punto donde sea físicamente imposible poner más transistores en un chip y el calor generado sea demasiado alto para disipar eficientemente. Sin embargo, el presidente dijo que “todavía falta, ya que nuestras proyecciones dicen todavía hay 10 o 15 años para seguir avanzando”.

Garcés explicó que Intel llegó a la pared térmica con la arquitectura Pentium. Sin embargo, se encontraron nuevos materiales que permiten manejar el calor, lo que logró mantener la tendencia de la industria. Además, la empresa ha hecho cambios interesantes para no chocar con la barrera física, como más núcleos y la computación paralela.

Lo más interesante de la ley de Moore es su aplicación en toda la industria tecnológica. Aunque primero fue pensada para computadores, la carrera de meter más transistores ha permitido el desarrollo de los teléfonos inteligentes, los wearables y muchos otros productos que hoy rodean nuestras vidas.

La próxima gran barrera será con el internet de las cosas. Esta nueva industria requiere chips muy pequeños, con costos bajos para que se puedan incorporar en productos asequibles. Según el ejecutivo colombiano, en 2020 habrá 40.000 millones de dispositivos en el internet de las cosas. Cada uno de ellos necesita un circuito integrado para poderse conectar y procesar la información.

Durante el CES 2015, Intel presentó su tecnología Quark, un procesador para equipos móviles del tamaño de una moneda. Con este, Intel espera motivar a una nueva generación de emprendedores para llevar la computación al bolsillo de las personas.

Además de las implementaciones comerciales, Garcés también destacó todas las posibilidades industriales que tiene la nueva tecnología. Por ejemplo, los hospitales están creando dispositivos para monitorear pacientes que estén en sus casas para prevenir accidentes y ahorrar costos.

Imagen: Wikimedia Commons.

 

 

 

Mateo Santos

Mateo Santos

En vez de un tetero, nací con un Mac Classic en mi cuarto. Esa caja con pantalla en blanco y negro fue mi primera niñera. Por ahí, también rondaba un balón de fútbol y una camiseta de Millonarios. Desde ese día, sabía que la tecnología y el fútbol iban a ser mi estrella de Belén. El primer juego que tuve en mis manos fue Dark Castle, también en un Macintosh. No me gusta la música. Soy un amante escéptico de la tecnología. Hago parte del proyecto de ENTER.CO para llenar el vacío en información de tecnología que hay en América Latina, o como dirían los enterados, en LATAM. Me gradué de Administración de Empresas en los Andes y después hice una maestría en periodismo en la Universidad Europea de Madrid.

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